DOS DEMONIOS
Por Héctor Fenoglio[1]
Sin duda Videla y Cía. deben estar presos. ¿Es necesario preguntarse por qué deben estar en la cárcel? Más aún ¿es pertinente esta pregunta?
Videla, se afirma, debe estar preso porque es un asesino —o sea, porque violó las leyes. La mayoría de la gente lo repite a diario. La izquierda, la que sea, tampoco dice mucho más que eso. Lo mismo ocurre con la mayoría de los organismos de derechos humanos. La cosa llegó a ser tan obvia que, según parece, no hay nada más que decir o pensar. Pero la cosa, aunque obvia, no es tan sencilla ni intrascendente.
Es que la razón invocada no alcanza. ¿Por qué no alcanza? Porque siguiendo esa lógica –debe estar preso porque mató y violó las leyes–, muchos de los desaparecidos, de los asesinados y de los sobrevivientes de la dictadura genocida también deberían estar presos porque mataron –a militares, empresarios, sindicalistas o policías. También –con esa lógica– deberían estar presos aquellos que utilizaban métodos políticos que violaban la ley con el expreso y proclamado objetivo, además, de derrocar un estado legal.
Es fundamental aclarar que los desaparecidos y asesinados en los años 70 no tuvieron un juicio ajustado a la ley –“como sí lo tuvieron los terroristas en Italia”, según reza el prólogo de NUNCA MÁS– sino que fueron “aniquilados” sistemáticamente fuera de la ley, negando y ocultando los hechos, por el mismo estado que debía velar por su estricto cumplimiento. Por eso hubo violación de los derechos humanos –acto que tan sólo un estado puede perpetrar. Pero ¿esto es todo? ¿Toda la cuestión radicaría entonces en reclamar que los revolucionarios hubieran debido tener un “juicio justo” como el que proponemos para Videla? No está de más aclarar que este reclamo, de la ley como último y único fundamento, es la bandera que levantan hoy los Marianos Grondonas.
Una de dos: o muchos de los revolucionarios de los 70 también fueron asesinos o la ley como último tribunal de decisión debe abandonarse.
Por eso es decisivo volver a destacar que el nudo de la teoría de los dos demonios consiste justamente en poner al respeto o a la violación de la ley como último tribunal de decisión, reduciendo así la política al derecho. Porque creyendo estar en contra de la teoría de los dos demonios –reclamando que Videla debe ir preso por asesino– muchas veces no se hace otra cosa que afirmarla, más allá de la honestidad o buena fe de quien reclame.
¿Por qué Videla debe que estar preso? –sigue siendo una pregunta abierta. Es traducción concreta de otras más generales tales como: ¿la política –sus objetivos y métodos– está más allá del derecho?, ¿es legítima la violación de la ley por los revolucionarios?, ¿cómo conjurar el peligro de caer en la arbitrariedad?